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THE FASHION WORLD OF JEAN PAUL GAULTIER: FROM THE SIDEWALK TO THE CATWALK.*

«La obra de Jean Paul es mucho más que sólo ropa, es una actitud, una manera de ver la vida»

Évelyne Gaultier,

Prima y confidente del diseñador.

El diseñador galo Jean Paul Gaultier, reconocido mundialmente por diseñar el vestuario de divas como Madonna y Kylie Minogue, es objeto de la extensa muestra itinerante
The Fashion World of Jean Paul Gaultier: From the Sidewalk to the catwalk
. La exhibición fue concebida y desarrollada por el equipo curatorial del Museo de Bellas Artes de Montreal y el propio couturier, y luego de su exitoso despegue se muestra en la ciudad texana de Dallas.

La muestra abarca los 7 lustros de trabajo que el modisto ha realizado hasta ahora. Nacido en los suburbios de París bajo el signo de Tauro, Gaultier es considerado como un pionero de la moda andrógina, la corsetería glam (y para ambos sexos) y que es hoy por hoy, uno de los grandes íconos del orgullo homosexual o gay.

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La exhibición se divide en seis temas: «La odisea de Jean Paul Gaultier», «El Budoir», «Bajo la Piel», «Punk Can Can», «Jungla Urbana» y «Metrópolis». Los más de 130 atuendos que se exhiben fueron elaborados entre 1976 y 2010 e incluyen prêt-à-porter, alta costura y vestuarios para cine y el escenario.

«Es 100% legítimo presentar una muestra sobre moda en un museo», afirma Nathalie Bondil, Directora y curadora en jefe del museo de Bellas Artes de Montreal sobre el hecho de que la muestra se aloje en un museo. «¿Quién tiene la oportunidad de ver un vestido de alta costura en vivo? Es un arte exquisito y sofisticado», concluye. Dicho recinto alojó la colección de Junio a octubre de 2011.

Gaultier colaboró estrechamente con el equipo del museo en la ejecución de la muestra, pero con una condición: que no fuera una retrospectiva de su carrera. «Es un término como de funeral», dice. Tampoco quiere que se le siga llamando enfant terrible: «Ser provocativo, rebelde, nunca fue intencional, era mi forma de romper con convencionalismos, pero ahora hago couture, creo que el término ya no es válido.

Mitos históricos y figuras fantásticas pululan en la obra de Gaultier y son visitadas en primera sala incluye una colección de
vírgenes, divas y sirenas de colecciones como Les Madones (2007), Mermaids (alta costura/2008); otro punto focal en el show es la fascinación por las culturas de todo el mundo y que Gaultier ha explorado colección tras colección. Con destreza y savoir faire, el diseñador ha sabido incorporar la obra, arte e indumentaria de los indígenas norteamericanos, la escena punk londinense, las máscaras africanas y los tatuajes de las islas del Pacífico, entre otros temas.

México también ha inspirado al maestro, quien para la primavera/verano de 1998 presentó una de sus colecciones más aclamadas: Frida Kahlo, inspirada en la indumentaria de Cuba, Brasil y Sudamérica y que mostraba a la pintora mexicana, -con su espesas cejas, joyería e indumentaria- como la gran sacerdotisa de la moda al sur del continente americano. Gaultier volvió a «tocar» tierras mexicanas con la exquisita colección de alta costura titulada simplemente «México».

Divinas musas

Mención especial se merecen aquellos quienes han inspirado muchas de las colecciones del couturier y que roban escena con sus fantásticos atuendos, fotografías y vestuarios hechos ex profeso en momentos clave de sus respectivas carreras. Tanel Bedrossiantz, Farida Khelfa y Fredérique Lórca, con su belleza exótica, sensual e incluso andrógina, ayudaron posicionar al diseñador en el avante garde de los 80 ‘s y 90’s. «La sexualidad es lo que separa a Gaultier de otros diseñadores», opina Suzy Menkes, cronista de moda del New York Times. «Recuerdo en particular una colección que presentó con hombres vistiendo falda y polveándose el rostro al desfilar…eso fue en los años ochenta ¿sabes? Muy al principio de lo que llamamos ahora gender-bending«.

El imaginario sexual gay es también una fuerte influencia que Gaultier ha transformado en prendas (que ahora son presencia común en el vestuario contemporáneo) como los suéteres de marinero a rayas azul y blanco, las prendas de cuero de la cultura sadomasoquista o leather, entre otros. «Cuando empecé en la moda adopté el suéter de marinero a rayas como mi uniforme, para no tener que preocuparme de cómo vestirme. Ahora lo uso prácticamente con todo». JPG

¿Y qué sería de una monografía de Jean Paul Gaultier sin la cantante Madonna? La artista nacida en Detroit está representada con fotografías, corsets y vestuarios hechos para tres giras históricas: Blonde Ambition (1990) y Drowned World (2001) y Confessions (2006).

Otras figuras del mundo del espectáculo como la cantante Kylie Minogue, las actrices Rossy de Palma, Marion Cotillard y Catherine Denueve y la artista del burlesque, (y ex mujer del cantante Marilyn Manson), Dita Von Teese, ayudan a ilustrar la idea de que la belleza es diversidad, individualidad, «hay que saber buscarla», en palabras del propio Gaultier.

Sexo, mentiras y video

La muestra concluye con una sala dedicada a las múltiples colaboraciones que Gaultier ha llevado a cabo durante los años con cineastas, músicos, bailarines y cantantes. Entre ellas se incluyen prendas, bocetos, vídeos y hasta portadas de discos hechas en mancuerna con los cineastas Peter Greenaway (para las cinta «The Cook, The Thief, His Wife and Her Lover»); Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet («La Cité des Enfants Perdus»); Luc Besson («The Fifth Element»); y el español Pedro Almodóvar («Kika» y «La Mala Educación»). Además de los coreógrafos Angelin Preljocaj, Régine Chopinot, y Maurice Béjart.

También se incluye una fantástica colección de retratos del diseñador y sus prendas (en algunos casos, nunca antes vistos) realizados por destacados artistas y maestros de la lente como Andy Warhol, el dueto francés Pierre et Gilles, Cindy Sherman, David LaChapelle, Richard Avedon, Mario Testino, Steven Meisel, Steven Klein, Mert Alas & Marcus Piggott, Pierre et Gilles, Inez van Lamsweerde & Vinoodh Matadin y Paolo Roversi.

High-tech/High Fashion

Y si la moda sorprende, la tecnología que la acompaña no se queda atrás: 30 de los maniquíes de la muestra tienen el rostro animado y hablan y cantan gracias a un ingenioso sistema de proyecciones computarizadas creado específicamente para el show por la compañía UBU/Compagnie, de Montreal. Gaultier, la modelo Ève Salvail, las cantantes Melissa Auf der Maur y Suzie Leblanc, entre otros, prestaron sus voces y rostros para este proyecto, dándole vida y un toque simpático a la exhibición.

A esto se le suman las finísimas pelucas que el peluquero francés Odile Gilbert (fundador de Atelier 68, en París) creo expresamente para los atuendos, logrando un efecto realista y altamente sofisticado.

La exhibición viajará próximamente al Fine Arts Museum of San Francisco, de Young (de marzo 24–a agosto 12 de 2012).

http://www.dm-art.org/View/Gaultier/AboutJPG/index.htm

Jean Paul Gaultier con su abuela.

«Desde muy temprana edad descubrí que a través de mis dibujos y de mi trabajo podía ser aceptado, a pesar de ser un ‘chico frágil’ «.

Jean Paul Gaultier.

Textos: Mayra García.

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Jean Paul Gaultier/ PERFIL

(París, 24 de abril de 1952).
Fue asistente de Pierre Cardin y fundó su propia marca en 1976, con su socio, el desaparecido Francis Menuge. Saltó a la fama en cuando diseñó corsets y vestuarios para la gira Blonde Ambition, de la cantante estadounidense Madonna. En 1993 incursionó en el campo de la perfumería con Classique, su primer fragancia para mujer y uno de los 10 perfumes más vendidos en el mundo. En 2004 debutó como diseñador de la casa Hermés, diseñando siete colecciones para mujer hasta 2010. En 2001 el gobierno de Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de la Legión de Honor.

Ha producido 152 colecciones de prêt-a-porter, alta costura, ropa para niños y jeans. También ha diseñado objetos diversos, como botellas de agua (para Evian); muebles (para Roche Bobois), una línea económica (para Target); jeans (Levi’s), y lencería (para La Perla). El couturier cumplirá 60 años de edad en 2012.

*La exposición «Jean Paul Gaultier, from the sidewalk to the catwalk» se presentó por primera vez en el Musée des beaux-arts Montréal, del 17 de junio al 2 de octubre de 2011, bajo el título: La  planète  mode  de  Jean  Paul  Gaultier.  De  la  rue  aux  étoiles. De donde viajó al Dallas Museum of Art para ser expuesta del 13 de Noviembre de 2011 al 12 de Febrero de 2012 bajo el nombre: The Fashion world of Jean Paul Gaultier, from de sidewalk to the catwalk.

** Imágenes cortesía del Musée des beaux-arts Montréal

PASADO PRESENTE FUTURO

La Alta Costura es un laboratorio de creación que permite el estudio de las formas y los volúmenes. La inmensidad del universo y la microscopía celular, las computadoras y la geometría son mis fuentes de inspiración. El vestido que yo prefiero es aquel que he creado para el mundo del mañana.

PIERRE CARDIN (*)

Pierre Cardin, 1980

Para muchos, hablar de Pierre Cardin es referirse a los años 60’s, a la ropa estructurada con cortes geométricos que marcaron una época, aros caprichosos en los bajos de las faldas, termo-formados precisos que sólo se ven en la pasarela, las licencias que van desde lápices y plumas hasta un avión; para mí hablar de Pierre Cardin es recordar siempre aquella exposición en el Museo de la Estampa en 1993 (1) que definió mi destino para siempre, más adelante confesaré por qué.

En aquellos años en México la Moda no era ni por asomo una actividad de la que se hablara tanto como se hace hoy. Pocos eran los diseñadores mexicanos que aparecían en la prensa nacional y las secciones especializadas en los periódicos apenas y aparecían una vez por semana (en ocasiones yo esperaba la sección de Moda de «El Heraldo», que aparecía en la última página de la sección de Sociales, y tenía una gran desilusión cuando al abrir el periódico me encontraba con un anuncio o con cualquier otro contenido). Conocí el trabajo de Cardin a través de Día Siete, el suplemento dominical de El Universal, y desde siempre me quedé fascinado con los volúmenes que se adivinaban en esa leyenda viva de la Alta Costura francesa (en 1993 muchos predecían la muerte inminente de la Alta Costura). Quizá fue ahí mismo, por la televisión, o en ambos, cuando me enteré que había sido invitado por el Instituto Nacional de las Bellas Artes a presentar su exposición, PASADO PRESENTE FUTURO que se había exhibido previamente en Londres (2) y que significaba una retrospectiva de un creador magnífico.

Acudí al llamado cierto día de Agosto de aquel año, estaba de vacaciones, había tomado un trabajo de verano y esperaba noticias sobre el examen que recientemente había presentado para estudiar Dirección de Cine, ya antes había hecho uno para Artes Escénicas con poco éxito para mi pesar. Entonces llegué a la exposición, me recibieron sus fotografías, su cronología y al centro de todo ello, un montaje dramático de un vestido de novia (de su famosa colección de aros), acompañado de un «novio» especie de cosmonauta de cuero sintético negro (3).

Pierre Cardin, 1990.

En aquella cronología pude leer palabras como «prêt-à-porter», Alta Costura, Licencias, Cámara Sindical de la Alta Costura… casi todo ello desconocido para mí, y entonces entré para presenciar la exposición. Difícilmente podré olvidar esos espacios neutros, blancos en su mayoría (sólo la última sala en la planta alta, completamente negra exhibiendo los modelos más fantásticos para la noche de la última colección y algunas botellas de perfume), los maniquíes, blancos también y sin facciones, que de manera solemne mostraban el logro de las costuras perfectas, las caídas impecables, las pinzas inesperadas (4). Cada pieza representó para mí una enseñanza, para aquel entonces, yo apenas cosía un poco en la máquina que tomaba «prestada» (sin que ella lo supiera) de mi mamá, uniendo lienzos sin saber en realidad como hacerlo, y estructurando de manera bastante burda, prendas de vestir que me venían a la mente, pero una cosa me había quedado clara desde que tuve mi primer periódico en la mano con una reseña de un desfile de París: la moda debía ser eso, la Alta Costura, mitad fantasía, mitad prendas de vestir que nos llevan a un sueño pero que nos hablan de los tiempos que vivimos, y sobre todo, es el dominio de los materiales, a tal grado, que se logre lo que parece imposible.

Pierre Cardin, 1966.

Al ver esas prendas, entonces, supe que hacer moda era darle valor a esos pequeños cortes que ajustan con precisión un vestido, conseguir que un material se fusione con otro, hasta que no se sepa por donde fueron unidos, lograr que las caídas tengan tanta personalidad como la usuaria, de tal manera que la elegancia se encuentre en el pliegue perfecto y redondo que se logra siempre en el mismo lugar, cuando se da un paso. Todo parecía hablarme, invitarme a ser observado y estudiado, en aquel entonces, yo no sabía dibujar, por lo que ni siquiera me arrepentí de no haber llevado un cuaderno, de todos modos, jamás habría podido reproducir con un trazo aquello que estaba viendo, así que debía conservarlo en mi memoria y no generarme frustraciones.

Al subir a la planta alta, una vitrina mostraba solamente las partes altas de una serie de mangas, todas ellas de siluetas formidables, tras del vidrio, visualizar las costuras o pinzas con que se habían logrado resultaba imposible, pero el color blanco de las paredes y de la vitrina misma, contrastando con los colores de los abrigos (muchos de ellos en colores primarios, sólidos y vibrantes) no hacían más que enfatizar que el creador de estas prendas era sin duda el maestro de los tejidos pesados, con cuerpo, en pocas palabras, el domador de los volúmenes perfectos.

Pierre Cardin, 1981.

La última sala, como ya mencioné, fue la apoteosis de esta presentación. Un cuarto completamente negro, con maniquíes del mismo color donde se exhibían los vestidos con los volúmenes más impensables, y que yo había podido ver antes en los periódicos de los que ya hablé… estaban ahora frente a mí, y podía verlos, ¡casi tocarlos!, todos ellos exhibidos contra la pared, de tal manera que parecía más un desfile o el aparador de una tienda de lujo, contrastaba con maestría con el resto de la exposición, donde todos los vestidos podían verse en isletas colocadas al centro de las diferentes salas, de tal manera que era posible rodearlo todo y ver cada aspecto y cada detalle de las prendas. No recuerdo cuanto tiempo pasé allí, ni puedo evocar lo que pensaba, recuerdo a la perfección cada detalle, cada color y cada prenda, recuerdo mi asombro y reconozco esta experiencia de tal manera que la he visto regresar a mi cada vez que me siento a diseñar algo, cada vez que estoy en mi taller ajustando un molde o probando algo de mi colección. Ya lo dijo Mac Avoy, Presidente del «Salón de Otoño» en 1982 «nuestra creatividad, la de pintores y escultores, se proyecta sobre un trozo de tela o un bloque de mármol. La de Pierre Cardin se derrama sobre el material vivo del cuerpo humano…» (5).

Pierre Cardin, 1981.

Mi entusiasmo al salir se desbordaba, prometí regresar a ver esos vestidos, a volverlos a estudiar con detenimiento, me prometí a mí mismo que de alguna manera, no sabía cuál, aprendería a hacer eso que Pierre Cardin dominaba, y me fui y no pude regresar. Al poco tiempo tuve que dejar mi trabajo de verano, no había acreditado mi examen para estudiar Cine, pero tiempo antes había encontrado lo que tanto había buscado sin saberlo, y ese mismo año me matriculé para estudiar Moda. Durante todos los años de mi carrera (y aún de vez en cuando durante todo el tiempo que he ejercido la docencia) volví a visitar el libro de la exposición, del cual extraigo las imágenes que ilustran este espacio.

Pierre Cardin, 1965.

Con el paso del tiempo la Alta Costura que todos creían en agonía (la cual renació tan sólo 3 años después de lo que acabo de relatar) ha evolucionado hacia caminos muy distintos de aquellos que marcaban su rumbo en la primera mitad del siglo XX. Los diseñadores se han vuelto parte de sus propias creaciones, sus vidas personales, escandalosas, atormentadas o sibaritas, se traducen en imágenes que se utilizan para posicionar sus firmas y su trabajo. Seguimos elogiando el talento, pero vivimos en un mundo que le da peso a lo fugaz del impacto mediático y a la noticia de pasquín que caduca pronto y que nos hace hablar de los Creadores de Moda como si fueran estrellas de rock. He llegado a pensar que la longevidad del imperio Pierre Cardin (el cual no ha cambiado de manos) poco nos ha ayudado a comprender el genio de este Creador de Moda, porque somos una cultura que adora lo efímero y encontramos poco interesante aquellos lugares donde las novedades no son grandes sobresaltos que se anuncien de manera teatral, Cardin, por supuesto, está por encima de todo eso independientemente de lo que se opine sobre lo que puede verse en sus aparadores; sus aportaciones a la industria son innegables, pero su vida privada, tan discreta y sobria, lo han mantenido durante los últimos años al abrigo de sus licencias y de lo que alcanzamos a saber de él de vez en cuando. Caminar en París por la Faubourg Saint-Honoré es encontrarse con su casa de Modas y ver entre sus vitrinas algunas de las reproducciones de las piezas que se ven todavía en sus exposiciones, observarlas me ha remontado en más de una ocasión a ese verano donde mi destino quedó ligado a la Moda y al Diseño para siempre, pero poco eco he encontrado en otros del entusiasmo que me embargó cuando visité PASADO PRESENTE FUTURO, que por lo inusual de las exhibiciones de Moda en México ha quedado en el imaginario de tan solo unos cuantos, y de la cual casi no se habla.

Pronto habré de volver a visitar la exposición en uno de los espacios que Pierre Cardin tiene en París (las veces que he visitado la ciudad, por algún motivo he postergado esta visita, quizá porque a la luz de mi experiencia, temo ver con menos asombro este trabajo que tanto admiro), mientras eso ocurre, me quedo con sus frases, y las imágenes que me ha regalado durante todos estos años por medio de ésta exposición, el libro que la acompaña, y la vez que acudí a uno de sus desfiles de Alta Costura, me quedo también con una experiencia prestada de mi amiga Patricia, quién en aquel año acudió a la conferencia de Pierre Cardin en la Universidad Iberoamericana y que suele repetirme de vez en vez:

«La Alta Costura no es un Arte, es una Ciencia…»

Pierre Cardin


Pierre Cardin, 1967.

** Pierre Cardin nació en Venecia, Italia en 1922, pero creció y se educó en Francia, su nacionalidad es francesa. Llegó a París en 1945, trabajó con Paquin, Schiaparelli y Dior, posteriormente intentó trabajar con Balenciaga, sin embargo al ser rechazado por esta casa de Modas, decide abrir su propia casa de Alta Costura en 1950. Creador de un look minimal y futurista, Pierre Cardin lanzó en 1959 su primer prêt-à-porter. Desde entonces ha hecho crecer su empresa a través del modelo de licencias a nivel internacional. Ha sido condecorado con varios reconocimientos, entre ellos «Rouet d’or» en Alemania, la «Basilica Palladiana» en Venecia, y el dedal de otro en tres ocasiones (1977, 1979, 1982) otorgado por la Cámara Sindical de la alta Costura, así mismo, su trabajo ha sido objeto de polémica, y fue expulsado durante un tiempo de ésta misma Cámara en 1959 por haber contradicho el reglamento al crear su colección de prêt-à-porter. Pierre Cardin sigue fiel a su compromiso con la industria de la Moda, sus diseños incluyen mobiliario, una lata para sardinas e incluso su firma puede verse en un chocolate. Cuenta la historia que alguna vez el joven Cardin encontró una adivina en las calles de París, ésta le vaticinó que vería su nombre escrito con letras de oro en las calles más importantes del mundo, hoy Pierre Cardin es un magnate que a pesar de la diversidad de sus intereses empresariales, sigue siendo, antes que nada, un diseñador (6).

Por: Guillermo León.

(*)Mendes Valerie, PIERRE CARDIN, PAST PRESENT FUTURE, Dirk Nishen Publishing, Londres, 1990, pg.5

  1. La Exposición Pierre Cardin, PASADO PRESENTE FUTURO, se presentó en México D.F., en el Museo Nacional de la Estampa del 25 de Agosto al 24 de Octubre de 1993.
  2. Museo Victoria y Alberto en Londres, Inglaterra del 10 de Octubre de 1990 al 6 de Enero de 1991.
  3. Como se establece (el autor) los métodos de instalación utilizados, por ejemplo, por Alfred Barr en el MoMA durante los años ’40 del siglo XX, donde los objetos dialogan entre sí, sosteniendo una relación directa con el espectador, en una posición donde se privilegia la altura promedio de la mirada de los visitantes a la exposición el o los objetos logran un mayor impacto, y sobre todo, un reconocimiento mutuo (espectador-obra) de individualidad e independencia. Staniszewsky, Mary Anne, THE POWER OF DISPLAY, The MIT Press, Massashusets, 1998, Pg 70
  4. Las exhibiciones neutrales, permiten entender mucho mejor la modernidad, ya que favorecen la autonomía de las piezas . Ibid. pg 70
  5. Mendes Valerie, PIERRE CARDIN, PAST PRESENT FUTURE, Dirk Nishen Publishing, Londres, 1990, pg 15
  6. Ibid pp. 7, 16 y 17; Riviere, Margarita, EL DICCIONARIO DE LA MODA, Editorial Grijalbo, España, 1996, pp. 56 y 57.

POIRET, THE KING OF FASHION

«Coat», París, Francia, ca. 1919, Poiret.

Cuenta la leyenda que en los vestidores de la Casa de costura de Poiret se vivían verdaderas escenas épicas, incluso se sabe lo que él mismo dijo a una cliente: «Madame, usted vino a Poiret porque somos la casa de costura líder en el mundo. Bueno, yo soy Poiret, y le digo que su vestido está perfectamente hecho, es hermoso y le resulta completamente favorecedor. Si usted no lo quiere, puede quitárselo, ¡pero no volveré a hacer un vestido para usted jamás! (1)

Así era Paul Poiret, el diseñador líder de la primera década del siglo XX, un hombre fascinante que supo llenar con su talento y personalidad cada una de sus creaciones, fue el hombre que destronó al padre de la Alta Costura, Charles F. Worth, aquel que compró una fábrica abandonada de perfumes y generó más de 10 firmas de fragancias, todas ellas con un concepto distinto; aquel que obtuvo un permiso por parte del gobierno francés para viajar (escoltado) entre el frente de guerra y su casa de modas durante la primera guerra mundial, con el objetivo de no desatender su empresa; aquel que enfrentó a la gran diva Sarah Bernhardt, siendo asistente de Doucet, después de lo cual fue despedido, para abrir después su propia casa de modas (con apoyo del mismo Doucet); aquel que se autonombró el Rey de la Moda, y que en 1944 falleció sin más fama ni fortuna.

En el año 2005 se llevó a cabo una subasta donde el lote principal era una serie de vestidos, todos firmados por Poiret, que habían sido diseñados y confeccionados para la más especial de las mujeres que vistieron sus creaciones: Denise Poiret, su esposa (2). Esta colección era prácticamente desconocida, ya que había sido admirada solamente por su dueña y un círculo muy selecto de familiares y amigos cercanos. A raíz de esta subasta el Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Nueva York decido abrir una exposición, quizá la más importante desde aquella celebrada en el FIT treinta años antes (3).

Así, la exposición brindada en 2007 tuvo como finalidad revalorar el trabajo de este creador, uno de los más importantes de su época, quizá el primero que verdaderamente liberó a la mujer del corset (aunque la haya aprisionado en las faldas de medio paso), y quien tomando inspiración de los Ballets Rusos vistió a las mujeres más refinadas del mundo con sedas doradas, turbantes, siluetas diáfanas y recuerdos del kimono.

Abrigo «París», 1919, París, Francia, Etiqueta «Paul Poiret» para Madame Poiret.

Ante la noticia de la llegada de Poiret a las salas «Del Costume»,como solemos llamarle a este museo la gente que nos dedicamos a la Moda, encontré una oportunidad perfecta para no perderme la exposición, ese Mayo debía estar en aquella ciudad para completar un pedido muy importante de uno de mis clientes, y en un viaje relámpago, tendría apenas el tiempo necesario para hacer las compras que se me habían encomendado y dedicar unas horas de la mañana a visitar al Rey de la Moda (mi viaje solo duró 2 días, en la madrugada del 3ro tuve que salir de regreso a México).

¡Cuánto poder tiene la forma de crear una exhibición!, aquello no era un museo, era un templo dedicado a Denise Poiret, todos los maniquíes recordaban a ella, aún con su color blanco, sus facciones y su cabello corto (modelado en el mismo material que del resto) personificaban a la musa del creador; los decorados nos recordaban a la época dorada de «Las Martine» (4), aquella escuela de Artes Decorativas que Poiret había hecho abrir en honor de una de sus hijas, y donde explotó en concepto de «estilo de vida» (5). Así, estas piezas de casi cien años de edad se exhibían en un espacio a media luz, donde los colores gris y beige predominaron en las paredes, y se podían observar los trajes a través de unas vitrinas enormes, que abarban todo los espacios contra la pared, prácticamente toda la colección se exhibió restringida tras el cristal, excepto por un atuendo de Denise Poiret, exhibido en un maniquí casi recostado en unos cojines arabescos, haciendo una recreación de la famosa fiesta «Las Mil y una noches» de la cual Poiret y su esposa fueron anfitriones (6).

Así pues, al entrar se podía respirar un poco del ambiente del París de 1904, año en el que abrió su casa de costura. Quizá lo más impactante de esta primera parte de la exhibición eran las dos vitrinas que dialogaban una frente a la otra, que mostraban primero una proyección de un lienzo (que en realidad era una animación hecha por computadora) que al doblarse mostraba uno de los moldes de Poiret, quien armaba los vestidos sobre el cuerpo de sus clientes, al quedar terminado este vestido virtual, la vitrina se iluminaba por dentro para mostrar un maniquí con la pieza original vestida, pudiendo apreciar así sus detalles. El primer vestido, un Kimono diseñado para Denise Poiret, estaba conformado por un solo lienzo y la única costura que lo unía en posición horizontal, hacía que la prenda luciera complemente fluida; el segundo vestido, un envolvente de dos piezas, cuyos cortes estratégicos generaban un volumen discreto que se traducían en una prenda que aún hoy podría permanecer vigente. Aquí el video que se rescata de la exposición:

Recuerdo también una de las paredes donde unas pequeñas vitrinas a la altura de los ojos exhibían unos zapatos bordados con chaquira, botellas de perfumes, accesorios y hasta una sombrilla, no hay que olvidar que Poiret se apoyó en el trabajo de grandes artistas de su época, uno de ellos André Perugia quien creaba sus zapatos y Raoul Dufy quien le diseño muchos de sus textiles. Así, las diferentes etapas del trabajo de este creador pudieron ser apreciadas, por lo menos por primera vez para mí, y se pudo desentrañar lo que reveló en su libro «Mis primeros cincuenta años», igual que en su otro manifiesto «Les robes de Paul Poiret» ilustrado por Paul Iribe y que en 1908 era un objeto de culto (del que dicen la Reina de Inglaterra hizo devolver bajo el argumento de que la realeza no recibía «propaganda» de lo cual posteriormente se arrepintió).

Abrigo «La Perse», París Francia, 1911, Textil de Raoul Dufy.

Lepape, Iribe, Dufy,y Erté fueron sus colaboradores, quienes en una época donde los diseñadores no creaban catálogos, lograron reproducir con sus trazos y cada uno con su estilo particular, las colecciones de Poiret. En la exposición podía verse todo ese trabajo que antes solo se veía por medio de fotografías. El rescate de Poiret había sido un éxito, todas la vitrinas de Nueva York exhibían en sus escaparates los catálogos «Del Met», con su pasta dura, su cubierta dorada, ostentando una sola palabra «POIRET», no había porqué decir más. El hombre que había sido el Rey de la Moda en París lo era cien años después en Nueva York.

Aquí una reseña que le brinda Style.com con motivo de su exposición:

http://www.style.com/trendsshopping/stylenotes/043007NOTES/slideshow?loop=0&iphoto=0&play=false&cnt=58

Aquel día de Mayo me di cuenta que visitar una exposición tan contundente en las primeras horas de la mañana era lo mejor que uno podía hacer en un viaje relámpago, cuando había llegado apenas había unas tres personas junto conmigo visitando la exposición, para cuando salí, ya había una pequeña fila esperando afuera. Gracias a ello pude admirar cada atuendo, acompañado de sus muebles y sus decorados. Pude ver los textiles, con sus estampados y relieves, y cada uno de los detalles, como el vestido camisero cuya hilera de botones era en realidad un estampado en secuencia en una cinta popotillo. Incluso podía apreciarse una de las últimas piezas creadas por la casa de Poiret, se trataba de un vestido negro, al estilo de Chanel, demostrando que aún el indiscutible Rey de la Moda sucumbió ante la influencia de quien promovió «la pobreza del lujo» como él mismo la llamaba (claro, un pequeño vestido negro, cuyos motivos art decó bordados en pedrería a lo ancho de su falda dejaban en claro la experiencia en el adorno que tenía este diseñador y donde se asomaba, no tímidamente, su sello).

Esta exposición, que pudo haber sido un homenaje a Poiret o bien a su esposa Denise, nos hizo olvidar por un momento los últimos años de este creador, sumido en la pobreza durante los difíciles años de la ocupación de París en la segunda guerra, o los momentos trágicos cuando sus hijos enfermaron de fiebre amarilla tras la primera guerra y fallecieron, lo cual significó la ruina emocional que lo llevó a su declive financiero en 1923, y a la separación inesperada de su musa y amada esposa en 1929.

«Fancy Dress», París, Francia, 1911, Poiret.

«Le bal», París, Francia, 1924, André Perugia para Poiret.

«Dress», París, Francia, 1925, Poiret

No importa el final trágico o sombrío que tuvo la vida de éste diseñador, su obra es una de las más fascinantes de la industria de la moda ya que cambió radicalmente la forma de vivir y de vestir de toda una generación y abrió la puerta a la evolución de una industria y a la forma en que se diseñaban prendas de vestir en su época. Una cita de Poiret podía leerse entre las cédulas de la exposición:

Un diseñador creativo debe estar habituado a predecir. Debe ser capaz de adivinar las tendencias que habrán de inspirar el día después de mañana. Él está preparado, mucho antes que las mujeres mismas, en aceptar los accidentes e incidentes que ocurren en el trayecto de la evolución.

Paul Poiret (París 1879-1944) de origen humilde, comenzó su carrera con Doucet y posteriormente con Worth, abrió su casa de modas en 1904, y para 1906 había prácticamente suprimido el corset de sus creaciones. Inspirado por los Ballets Rusos de Diaghilev hizo propia la fiebre orientalista. Fabricó perfumes y zapatos, además impulsó las artes aplicadas a través de su escuela «Martine». En 1914 persuadió a los demás modistos franceses de formar la Cámara Sindical de la Alta Costura para proteger el derecho de reproducción de sus modelos, de la cual fue nombrado presidente. Su esposa, Denise Poiret, con quien compartió sus éxitos y a quien había conocido cuando ella tenía solo dieciséis años en 1902, fue su máxima inspiración y la modelo de muchas de sus creaciones. Lo abandonó cuando su empresa cayó en desgracia, ya que en 1925 había tenido que vender su firma, y había sido demandado por los propietarios de la misma, sin permitirle volver a usar su nombre con fines comerciales. Murió en pobreza en 1944, algunos de sus biógrafos sostienen que en un hospital para indigentes, mientras otros aseguran que su amistad con Schiaparelli le permitió sobrevivir dignamente y tener un funeral lejos del anonimato. Finalmente, es indiscutible que el ocaso de su existencia fue sombrío debido a la muerte prematura de sus hijos y el divorcio de su esposa a quien tanto amaba. Sus funerales se celebraron un lunes 1ro de Mayo de 1944, quizá sea verdad que trescientas personas acudieron a su despedida, y a pesar de que en otros tiempos muchos periódicos dedicaran notas extensas sobre su trabajo, apenas dos le brindaron una líneas. En el «Beaux-Arts» el reportero escribió: «en aquella mañana de mayo, en la capital bañada por el Sol, me hubiera gustado ver llorando, sentada a la orilla de su tumba, a una joven mujer hermosa, una parisina…» seguramente se refería al recuerdo que se guardaba de Denise Poiret, la musa del Rey de la Moda. (7)

Por: Guillermo León.

  1. White Palmer, POIRET, Clarskson N.Potter Inc, Nueva York, 1973, pg.61
  2. Bolton, Andrew; Koda, Harold, POIRET, Museo Metropolitano de Nueva York, N.Y, 2007, pg. 7
  3. «Poiret: King of Fashion» se exhibió del 9 de Mayo al 5 de Agosto de 2007 en el Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Nueva York. «Paul Poiret» se exhibió en el museo del Fashion Institute and Technology del 25 de Mayo al 11 de Septiembre de 1976.
  4. White Palmer, POIRET, Clarkson N.Potter Inc, Nueva York, 1973, pp. 11 a la 133
  5. Las Martine, como se hacían llamar, eran en su mayoría mujeres jóvenes de origen humilde, pero que tenían talento para la artesanía, principalmente alfarería, tapicería, pintura, grabado, etc…. Diseñaron mobiliario, textiles, objetos decorativos e incluso, decoraron interiores con técnicas novedosas, entre las que se encuentran hacer murales tridimensionales con papel maché. Su fama trascendió la firma de Poiret y adquirieron su propia personalidad y reconocimiento.
  6. La manta blanca o color crudo, las paredes pintadas de colores obscuros pero en tonalidades neutras, como el marrón, son una de las estrategias de exhibición creadas por Alfred Barr para el MoMA, así como los espacios que recrean la vida cotidiana o los escenarios de otras épocas, diseñados por Eliot Noyes también para el MoMA en los años 30’s y 40’s, respectivamente. Staniszewsky, Mary Anne, THE POWER OF DISPLAY, The MIT Press, Massashusets, 1998, pp 99 y 167.
  7. Fuentes: Riviere, Margarita, EL DICCIONARIO DE LA MODA, Grijalbo, España, 1996, pp. 219, 220. Ibid (1) pp. 28, 181.

(*) Imágenes extraídas de:
http://www.metmuseum.org/exhibitions/listings/2007/poiret